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Todo sobre los vinos del Languedoc-Rosellón
El terruño vitivinícola del Languedoc-Rosellón
Desde el macizo de las Cevenas hasta las orillas del Mediterráneo, el Languedoc-Rosellón es hoy en día uno de los viñedos más grandes de Francia. Su clima es principalmente mediterráneo: cálido, seco, soleado y barrido por vientos regulares (Tramontana, Marin), lo que lo convierte en un entorno ideal para limitar enfermedades y fomentar los cultivos orgánicos o naturales. Los suelos son increíblemente diversos: esquisto, caliza, cantos rodados, arcillas rojas, margas... una paleta que da lugar a vinos muy variados según el terruño. Históricamente asociada a la producción masiva, la región vive desde hace décadas un verdadero renacimiento gracias a viticultores independientes, comprometidos y con talento.
Las variedades y vinos del Languedoc
Aquí reina la Garnacha, acompañada a menudo por la Syrah, el Carignan o el Mourvèdre. También encontramos Cinsault, Macabeo, Terret, Garnacha blanca o Clairette. Variedades a veces olvidadas, rehabilitadas con esmero por una nueva generación de viticultores que trabajan en natural. El clima permite alcanzar una madurez óptima sin trampa, lo que da como resultado vinos estructurados pero equilibrados, profundos pero no pesados. Hay tintos jugosos y vibrantes, blancos salinos y expresivos, e incluso vinos oxidativos o espumosos naturales llenos de energía.
El vino natural en el Languedoc-Rosellón
Si hay una región donde el vino natural se ha impuesto con fuerza y convicción, es el Languedoc-Rosellón. Desde los años 90, figuras como Léon Barral, Olivier Cousin o Jean-François Nicq abrieron el camino a una viticultura sin aditivos, viva y expresiva. La región ha atraído a muchos jóvenes viticultores de toda Francia (y más allá) que se han instalado en parcelas olvidadas en busca de libertad y sinceridad en sus vinos. El resultado: una diversidad de estilos y sensibilidades, pero una voluntad común de dejar hablar a la uva y al terruño, sin artificios.
Las denominaciones del Languedoc-Rosellón
Minervois, Corbières, Pic-Saint-Loup, Faugères, Saint-Chinian, Terrasses du Larzac... estas denominaciones ya no necesitan presentación. Cada una tiene sus características geológicas y climáticas, pero todas comparten un gran potencial para el vino natural. El Pic-Saint-Loup seduce por su frescura y sus notas florales en altitud. Faugères impresiona con la finura de sus esquistos. Y Corbières, con sus paisajes salvajes y áridos, ofrece vinos potentes pero equilibrados, impregnados de garriga. Muchos viticultores también eligen la mención "Vin de France" para escapar del marco AOC y experimentar libremente.
Maridajes con vinos del Languedoc-Rosellón
Gracias a la generosidad del clima y de las variedades, los vinos del Languedoc-Rosellón combinan maravillosamente con la cocina del sur, soleada y aromática. Con un tinto natural de Garnacha o Syrah, prueba un tajine de cordero, chuletas a la parrilla con hierbas o una ratatouille bien confitada. Los blancos más nerviosos, como los de Terret o Garnacha blanca, van de maravilla con pescados a la parrilla, calamares a la plancha o quesos de oveja. ¿Espumosos naturales? Perfectos como aperitivo con aceitunas, hummus o flores de calabacín fritas.
Vinos tintos del Languedoc-Rosellón
Los tintos del Languedoc-Rosellón suelen ser solares, intensos, pero gracias al trabajo preciso de los viticultores naturales, hoy descubrimos perfiles más finos, frescos y bebibles. El Carignan, vinificado con suavidad, ofrece notas de cereza negra y especias, mientras que la Syrah revela aromas de violeta, aceitunas negras o pimienta blanca. La Garnacha puede ser golosa y generosa, con una bonita estructura. Son vinos que hablan del sur sin pesadez, ideales para platos con carácter o una parrillada entre amigos.